El cortisol, conocido como «la hormona del estrés», es algo así como la señal alarma de nuestro cuerpo. Lo fabrican las glándulas suprarrenales y suele asociarse con estados de salud desfavorables y con estados de ánimo revestidos de angustia, pesar y tensión.
Pero no todo es malo con el cortisol. Cuando está en la cantidad justa, es como un chute de energía que nos ayuda a lidiar con situaciones de peligro o cuando necesitamos estar muy atentos. Es como tener un botón de modo turbo que nos prepara para enfrentar retos.
A continuación te cuento la forma en que el cortisol nos afecta en las diferentes circunstancias de la vida.
¿Para qué sirve el cortisol?
Existen ciertas funciones del organismo que necesitan del cortisol para poder llevarse a cabo. Dichas funciones son:
- Nos ayuda a despertar y a dormir cuando toca, manteniendo nuestro reloj biológico en hora.
- Controla la hinchazón del cuerpo, asegurándose de que no nos inflamemos demasiado.
- Mantiene el azúcar en sangre en niveles óptimos, para que tengamos energía y no nos desfallezcamos.
- Descompone lo que comemos en proteínas, azúcares y grasas para que nuestro cuerpo pueda usarlo bien.
- Nos pone en modo concentración, ayudándonos a recordar cosas importantes.
- Regula el agua y la sal en nuestro cuerpo, para que no nos deshidratemos ni nos hinchemos.
- Mantiene la presión arterial en su punto, ni muy alta ni muy baja.
- Nos da un chute de energía cuando estamos bajo estrés, para poder enfrentar cualquier desafío.
¿Qué pasa si hay demasiado cortisol en el organismo?
Más allá de sus funciones, el exceso de cortisol, derivado del excesivo nivel de estrés, tiene consecuencias negativas sobre varios sistemas y órganos de nuestro cuerpo. Tales efectos negativos son:
- Cerebro: Dormir bien se vuelve una misión casi imposible y el sueño que realmente nos repara se hace raro. Esto nos deja con la cabeza como un colador, olvidándonos de las cosas y sin poder concentrarnos.
- Estómago e intestinos: El cortisol de más juega malas pasadas con lo que comemos, no dejando que nuestro cuerpo absorba todas las vitaminas y minerales que necesita. Además, puede causar hinchazón y molestias en el estómago, y hasta llevar a problemas más serios como úlceras o el molesto colon irritable.
- Defensas: El estrés es como un villano para nuestras defensas, bajándolas y dejándonos abiertos a coger alergias o enfermedades de los pulmones. También puede provocar problemas más raros como la enfermedad de Addison o el vitíligo.
- Piel: Nuestra piel es como un chivato que cuenta lo que pasa por dentro. Si hay mucho cortisol por mucho tiempo, la piel experimenta un envejecimiento prematuro, luce opaca, reseca y se descama. En los peores casos, puede aparecer acné o herpes.
- Amor y bebés: En los hombres, puede que haya problemas para mantener la erección, y en las mujeres, problemas para quedarse embarazadas. Esto es porque las hormonas sexuales necesarias para una normal ovulación se producen en las mismas glándulas que segregan el cortisol.
- Cognitivo: Si el estrés no nos da tregua, al final, puede que afecte a cómo pensamos y recordamos, y eso podría llevar a la demencia.
- Peso: El cortisol en exceso nos hace guardar grasa, aunque comamos poco, y eso puede acabar en sobrepeso.
- Corazón: Si el estrés no para, puede subir la presión de la sangre y llevar a problemas del corazón, incluso a infartos. Y sí, el estrés puede ser tan malo que nos mate.
Efectos colaterales del estrés
Los efectos a nivel físico son solo la punta del iceberg de los problemas que nos puede traer el estrés cuando es excesivo y se hace crónico. Entre los coletazos que este flagelo nos trae, se encuentran los problemas familiares, disfunciones sexuales, problemas de pareja, bajo rendimiento en el trabajo, depresión,…
Es decir, que podemos incluso haber solucionado la fuente de los problemas colaterales, pero aun estos persistirían, ya que no es tan sencillo sobreponerse a una depresión como disminuir los niveles de cortisol en el cuerpo.
Cómo combatir el exceso de cortisol
Entender que el estrés baja cuando el cortisol en nuestra sangre se reduce es el primer paso. Luego, toca actuar para que esta hormona se mantenga en los niveles que nuestro cuerpo necesita para estar bien. Aquí te dejo unos consejos prácticos y sencillos:
- Alimentación equilibrada: Una dieta equilibrada nos ayuda a tener el cortisol y otras hormonas en el punto justo para que todo marche sobre ruedas.
- Muévete: Hacer ejercicio pone en marcha nuestro cuerpo y equilibra las hormonas. Al empezar a sudar, el cortisol se ajusta y nos sentimos más sanos y con mejor ánimo.
- Medita: Darnos un respiro cada día para relajarnos y sentir nuestro cuerpo nos puede ayudar a dejar atrás el estrés.
Ser los dueños de una vida sana está al alcance de nuestra mano. Solo tenemos que hacer una pausa y dedicarnos a nosotros mismos un mínimo del tiempo que invertimos en los demás y en nuestras obligaciones.
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